domingo, 25 de marzo de 2007

La realidad permanece inverificable

Cuantos más esfuerzos hacemos por entender conceptos primordiales para explicar el mundo en que vivimos, más nos acercamos a la indefinición de fenónemos que hemos dado por hecho, desde que nos explicamos el mundo a partir del paradigma de las máquinas.

Conceptos como realidad o conciencia adquieren un signo universal, y se adhieren con más fuerza a su naturaleza de ser –justa y únicamente- conceptos.

La realidad se puede inentar explicar desde el punto de vista de la materia o desde el de las ideas. Lo que percibimos es lo que es, siempre y cuando haya consenso. Si se trata de una convención no se necesita, de hecho, ninguna validación adicional. De igual manera otorgamos una autenticidad sin duda a lo que recordamos. Si lo recordamos es porque pasó. Si algo pasó no es que sea real, pero sí que lo fue. Si algo no ha pasado no es real, aunque sea inminente.

Utilizamos métodos muy aceptados, artefactos y máquinas de todo tipo para verificar la realidad, pero todo esto: el sistema de validación, las máquinas, los resultados: ¿cómo comprobar que existen fuera de nuestra mente? Es como cuando en los sueños inventamos reglas propias y el sueño viene a desbaratarse justo cuando las reglas son insostenibles.

El planteamiento es epistemológico. Si la conciencia se define como la capacidad o habilidad de conocer, y en este punto nos referimos no solamente a la conciencia mental sino también a la sensorial -es decir a los sentidos-, entonces no hay más mundo que el que podamos percibir o concebir. No habría otra forma de conocimiento. Y para validar la realidad – lo que quiera que esto sea – necesitaríamos un método fuera del ámbito de nuestra conciencia. Dependiendo de nuestro enfoque – de nuesta cosmovisión – podemos entender la percepción de la realidad de dos maneras: como pasiva o como activa. Si pensamos que la existencia de las cosas no tiene nada que ver con nosotros, que el mundo está ahi esperando a ser experimentado, entonces tenemos el enfoque de la percepción pasiva. Si por el contrario, entendemos nuestras experiencias como la conjunción fenomenológica de un poder sensorial entrando en contacto con un objeto, que permanece temporalmente y luego cesa, entonces nos adherimos a la idea de una percepción activa, que en todo caso no sería ya sólo percepción, sino también una concepción: no hay mundo ni realidad más allá de mi experiencia de ellos. Dicho de otra forma: la realidad permanece inverificable.

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