Llegaron los tordos a primera hora de la tarde. Bajaron a
esta parte del bosque en grupo, al unísono, porque a uno de ellos se le ocurrió
la idea, y los demás lo siguieron. Es así de simple y así de complejo. Es un
algoritmo y a la vez un comportamiento emergente, algo que no puede explicarse desde
la singularidad. Básicamente cada pájaro hace lo mismo cuando se trata de
imitar al de al lado: emular su velocidad, su dirección, su voluntad. Es decir,
casi todos. En realidad lo que describen es una onda probabilística. Parece
sencillo, pero el algoritmo está condicionado a que un individuo se salga de lo
esperado, a que haya un accidente o una rebeldía. Lo que vemos es lo más
probable, pero hay días en que hay varios grupos de tordos rodeando la laguna,
y hay veces que tienden a agruparse para después desbandarse, descansar en más
pequeños grupos en distintos árboles. Dos o más voluntades. Hoy los tordos
están muy sincronizados. ¿Creará eso algún estímulo en su colectividad? ¿les
hará más felices un buen vuelo? Hay varias teorías sobre como sucede este
fenómeno. No hay una predeterminación,
ni parece la ruta más directa para llegar a algún sitio, los pájaros sólo se
comunican con los que tienen a su lado; es decir se observan y sus voluntades
se mimetizan. Un impulso creativo puede ser el resultado de esquivar un ala o
una distracción; el cansancio o aburrimiento de algún tordo, lo que desencadena
el movimiento en cascada. O quizá es un tipo de dramatización colectiva, una
especie de democracia browniana. Van a algún lado, a un árbol por ejemplo, pero
otros se siguen de largo y forman un nuevo grupo. Etcétera. Lo que no sabremos
nunca es lo que experimenta un tordo. Hablemos de la voluntad individual, de la
fenomenología de la voluntad, ya que desde el punto de vista
neurológico/fisiológico seguimos sin pistas. El libre albedrío, la mera
voluntad más allá del mandato genético, se manifiesta en el vuelo de los
tordos, karma y caos, accidente y patrón. Un individuo y su voluntad no
configuran el genoma de su especie. ¿O quizá sí?
martes, 23 de abril de 2013
martes, 4 de septiembre de 2012
En busca del Dr. Lovejoy
La casa estaba llena de telarañas, empecé a quitarlas con un
plumero mientras trataba de encontrar alguna lógica a la desaparición del
Dr. Lovejoy. Al mismo tiempo sentía una
extraña aprensión por tener el extraño placer de estar ahí solo y sin que la policía o su familia hubieran alterado la
disposición de las cosas. Había
intentado un contacto con la hija de Lovejoy, sin éxito. Ella vivía en una
aldea hippy en la sierra de Morelos. Yo tenía las llaves por una situación inverosímil. Decidí que una vez que encontrara sitio en mi
mente para pensar en ella haría el viaje para verla.
El Dr. Lovejoy desafió al sistema académico de muchas y muy
variadas formas. Uno hubiera pensado que el hombre tenía un plan, un sistema;
pero no. Sus aventuras en el activismo y más aún en la resistencia en contra
del dogmatismo imperante me recuerdan las aventuras de Cósimo Piovasco en
el Barón Rampante. Un hombre empeñado en irse por las ramas, por así decirlo.
Sin embargo el Dr. Lovejoy fue persistente en atacar los cimientos de los
paradigmas epistemológicos de su tiempo. Se alió con Elaine Morgan y su teoría del
mono acuático precursor del Homo sapiens; denostó la teoría de la sabana como
medio que impulsó un supuesto salto cuántico evolutivo; estuvo con Carry Mullis
y Peter
Duesberg y con los otros negacionistas del virus VIH como causante
del sida. Se empeñó en ser un científico marginal en más de un sentido, y
apostó por las causas equivocadas una y otra vez. Aún así, o más bien
justamente por eso, su legado está lejos de ser valorado con justicia.
Harry Lovejoy, como saben, desapareció, quizá fue
secuestrado, o quizá se trató de un escape voluntario. Se habla de una supuesta
excursión de trabajo a Borneo, pero no hay una sola evidencia de que haya
salido del país y en su agenda el viaje no aparece mencionado. Además, Lovejoy tenía años
sin salir de excursión. Se encontraba muy avanzado en sus estudios científicos
y fenomenológicos sobre la conciencia, un tema que suele resultar demasiado
metafísico - quizá justamente porque lo es- a la comunidad científica y
académica occidental. Se trata de un científico marginal, un medium en el sentido más precavido posible. Sin embargo, sus ideas no llegaron a calar hondo
en su grupo de alumnos en la universidad: unos con miedo y otros con recelo se
retiraron a áreas más seguras y lucrativas de las ciencias. No ayudó que el Dr.
Lovejoy se hubiese aliado con gente indeseable según las normas de la
comunidad: curanderos, telépatas, videntes, maestros de yoga y monjes
tibetanos.
El detective con el que hablé me dijo "no tengo un
cuerpo, no tengo sangre, no tengo un rastro. No sé. De ahí realmente es una
cuestión de qué quieras creer. Si está muerto, vivo o secuestrado es lo que
trataremos de investigar". Yo tenía ya mucho sueño pero no podía dejar de leer la
correspondencia del Dr. con ciertos colegas suyos; si bien, en muchas de ellas,
se leía su desesperación, en muchas otras se le sentía resignado, incluso
sarcástico. Para penetrar en el misterio de su desaparición en aquellos primeros días tuve
que resistir el instinto conspirador, pero para desdicha de los escépticos
habían demasiados cabos sueltos, y no había forma de negar que ciertas personas
dormían mejor con su lamentable pérdida.
Lo que encontré en esa casa abandonada no arrojaba ninguna
luz sobre su desaparición, pero sí iluminó el camino de su búsqueda.
El Dr. Lovejoy es,
por formación, biólogo evolucionista y neurólogo. Además es matemático y
filósofo, y está muy interesado en la epistemología y la fenomenología. Si
parece excesivo, la palabra lo describe perfectamente. Tuvo la extraña capacidad de vincular toda su investigación a su
búsqueda personal. Cuando uno toma como objeto de investigación científica el
estudio de la conciencia, se atrae siempre curiosidades equívocas y compañías
no deseadas. Se puede especular sobre si esto es o no un complot, sobre si hay
un plan de parte de las agencias federales o no, pero en realidad no se sabe
nada. Todo el asunto está envuelto en un misterio creado en parte por la hija
(heredera de su moderada fortuna) y en parte por la ineptitud o corrupción, o
ambas cosas, de la policía. La Universidad se desentendió inmediatamente del
asunto, por motivos políticos. No les convenía el escándalo.
Algunos investigadores alzaron levemente la voz y después
volvieron a esconder sus cabezas en sus cubículos. Había muchas hipótesis, pero
yo decidí resolver la situación recurriendo a métodos del ideario del profesor
Lovejoy.
jueves, 23 de agosto de 2012
Sobre la depresión en Marte
Los reportes sobre la depresión en las colonias de Marte
seguían alarmando al Consejo de Salud. Debido a complicaciones logísticas, cada
colono con depresión costaba mucho más de lo que se esperaba como beneficio e
implicaba una serie de dificultades indecibles. Era preocupante porque el proceso de selección había sido muy cuidadoso. Se evitó a toda costa que se repitieran las
experiencias históricas de las colonias en América y Australia; ya se sabe, son
lugares comunes la degradación espiritual en tiempos de la colonia, la
fascinación y sincretismo con lo exótico. Los colonos fueron seleccionados
mediante un proceso muy riguroso, nadie con antecedentes de depresión, ni
siquiera en su ascendente familiar, podía ser considerado. Se seleccionaron
personas emprendedoras que había demostrado tener un espíritu aventurero, gente
que se ufanaba de su falta de vínculos emocionales: auténticos exploradores;
coeficientes intelectuales y emocionales elevados, ambiciosos pero compasivos y con altos
niveles de empatía. Este último punto marginó a los autistas, que lograban superar
fácilmente en las otras áreas a sus competidores. Los autistas finalmente fueron incluidos, y ahora
mismo es gracias a ellos que se mantiene viva la misión, y son ellos y ellas el
espíritu de la colonia - lo cual dice mucho del proyecto. La cosa es que los
colonos empezaron a deprimirse, fue como una epidemia. Empezaron a reportar primero fatiga y
después una leve melancolía. Se les veía
contemplativos al principio y después algunos manifestaron sentirse infelices
por primera vez en sus vidas. Los reportes hablaban de prácticas como las siguientes: un grupo
de astrónomos creó un sistema para que los cielos marcianos fueran cubiertos
mediante partículas (nanopixeles
voladores) y sobre éstos proyectaban una réplica de las constelaciones que se ven desde la Tierra.
La verdad es que la desolación marciana empezaba a hacer
mella en la colonia que de avanzada había ido a crear las condiciones básicas al planeta vecino. No está de más recordar que se fabricó un domo
que no solamente recreaba las condiciones atmosféricas de la Tierra sino que
también simulaba la biósfera. Ni siquiera eso sirvió. Y hubo que tomar medidas.
Lo primero fue llevar una bitácora de la depresión. Los medicamentos no estaban
ayudando y se temía una ola de suicidios, lo que obviamente hubiese
enterrado para siempre la gran aventura.
El asunto preocupaba a muchos. Estaba la cuestión del
fracaso de los medicamentos antidepresivos (fabricados por uno de los principales
patrocinadores del proyecto), dudas sobre la dieta, sobre los estímulos
ofrecidos a los colonos.
Resultó lo más fácil imputar fallas en los diagnósticos
psicológicos. Pero lo que realmente dio la puntilla fue la comprobación
incuestionable de que los terrícolas se deprimen lejos de la Tierra. Para esto
fue que me buscaron. En realidad en un principio me llamaron para pedirme una
consultoría en el desarrollo de un antidepresivo especial, pero cuando recibí
el reporte preliminar supe de qué se trataba el asunto. El siguiente texto es un
fragmento del reporte.
"Estamos convencidos de que las memorias terrícolas son
un factor fundamental en el desarrollo de la depresión de los colonos. No
descartamos, por razones puramente estratégicas, la supresión temporal de dichas memorias en los expedicionarios que muestren síntomas de nostalgia (estamos llegando a un
alarmante 60% de la población total). Somos conscientes de sus
investigaciones en el tema de la memoria selectiva en primates, y pensamos que juntos
podríamos idear alguna solución." En la carta anexa al reporte se decía que mi
discreción sería "generosamente apreciada".
En uno de los pabellones de recuperación se encontró la
siguiente nota garabateada en la pared: El único pecado mortal es el suicidio.
lunes, 9 de agosto de 2010
lunes, 8 de febrero de 2010
lunes, 28 de septiembre de 2009
Mutaciones
La montaña sobre el lago.
Cada seis segundos un hexagrama y un acorde de seis notas.
Una adivinación. http://botellaalmar.net/iching/iching.swf
Se presentó en la galería Studio Cerrillo en San Cristóbal de las Casas
viernes, 31 de julio de 2009
Avatares - Live twitter
http://botellaalmar.net/avatars
El flujo de datos en internet fluye sin cesar; podemos visualizarlo - si monitoreamos el twitter, los blogs o los periódicos - en tiempo real. Esta aplicación es una instalación interactiva y de visualización de datos, que usa una webcam y un monitor para mezclar los dos agentes de las redes sociales - el avatar y el mensaje - en un solo canal.
Nubes de letras que fluyen directamente de los mensajes de mi página de twitter se integran con la imagen de la webcam para formar una matriz con las diferencias de luz en el ambiente, la cual es codificada con los caracteres del mensaje. El efecto es que cuando alguien se acerca y se mira en la cámara, se convierte en su avatar en la imagen, y las letras de los mensajes lo invaden o lo rodean, dependiendo de su luminosidad.
Aquí el video. Próxima versión para la red pronto.
lunes, 20 de julio de 2009
martes, 2 de junio de 2009
Algoritmos del tiempo en Archetime
The Algorythms of Time
ArcheTime: Cross-Disciplinary Conference and Exhibition on Time
dedicated to the exploration of differences and synchronicities between artistic, academic and scientific concepts of Time.
@ THE TANK SPACE FOR PERFORMING AND VISUAL ARTS
354 West 45 th St., New York, NY, 10036
Conference: June 6 - 7, 2009
Exhibition: June 4 - 14, 2009
http://www.archetime.net/
jueves, 7 de mayo de 2009
Incertidumbre (1989)
No sé si se pueda aclarar semejante confusión; tal vez no. Sin embargo me limitaré a narrar lo que sucedió. Y es que el polvo se levantaba furioso a causa del viento y yo llevaba varios días caminando sin rumbo fijo, quizá en círculos o en una línea recta. Tal vez fue por esto que no distinguía claramente los ademanes de las personas que a lo lejos vislumbraba. Por otra parte nunca pude estar seguro si era una sola persona o eran varias.
De cualquier manera me quedé parado donde estaba por si acaso venían caminando hacía mí, pero esto no me atrevería a afirmarlo ya que pudiera ser que estivieran haciendo lo contrario, es decir, huyendo de mí, lo cual era perfectamente comprensible debido a mi lamentable estado: con mis ropas desgarradas, todo cubierto de polvo y con la mirada opaca y desesperanzada. Por todo esto aún me queda la duda: si unas voces amigables me consolaron y formularon preguntas en un tono suave, no lo podría decir con certeza, ya que su aliento pudo haberme golpeado el rostro inquiriendo algo incomprensible, y una masa de miembros humanos quizá me arremetió violentamente con el fin de obtener respuestas.
Ante el destino incierto preferí seguir esperando y no ceder al impulso de mis rodillas tembolorosas de desplomarme sobre la tierra quemante (cubierta de hielo o ardiente bajo el despiadado sol). Permanecí entonces de pie, esperando comprender de una vez, si las miradas cálidas que me rodeaban me acogerían, me alimentarían y me cubrirían con sus párpados tibios, o si sus risas desvergonzadas me encajarían entre las costillas el puñal que escondían bajo sus lenguas secas.
De cualquier manera me quedé parado donde estaba por si acaso venían caminando hacía mí, pero esto no me atrevería a afirmarlo ya que pudiera ser que estivieran haciendo lo contrario, es decir, huyendo de mí, lo cual era perfectamente comprensible debido a mi lamentable estado: con mis ropas desgarradas, todo cubierto de polvo y con la mirada opaca y desesperanzada. Por todo esto aún me queda la duda: si unas voces amigables me consolaron y formularon preguntas en un tono suave, no lo podría decir con certeza, ya que su aliento pudo haberme golpeado el rostro inquiriendo algo incomprensible, y una masa de miembros humanos quizá me arremetió violentamente con el fin de obtener respuestas.
Ante el destino incierto preferí seguir esperando y no ceder al impulso de mis rodillas tembolorosas de desplomarme sobre la tierra quemante (cubierta de hielo o ardiente bajo el despiadado sol). Permanecí entonces de pie, esperando comprender de una vez, si las miradas cálidas que me rodeaban me acogerían, me alimentarían y me cubrirían con sus párpados tibios, o si sus risas desvergonzadas me encajarían entre las costillas el puñal que escondían bajo sus lenguas secas.
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